miércoles, 30 de enero de 2013

Bruce Banner pide la eutanasia

De todas las historias que pueblan el mundo del cómic, la más trágica, o al menos una de las más trágicas, es la historia de Bruce Banner. Banner tuvo una infancia difícil, su padre le maltrataba a él y también a su madre. Con el paso de los años Banner aprendió a reprimir todos sus sentimientos, y llegó a tener problemas de doble personalidad, no obstante, también era un genio, un mente científica brillante.
Antes de que Banner acabara sus estudios, el ejército le fichó para que participara en proyectos de desarrollo armamentístico. Gracias a Bruce se consiguió desarrollar la bomba de rayos gamma. Durante el primer test de dicha bomba, Bruce quedó expuesto a la radiación de la misma, esta exposición, en lugar de matarle le dió la capacidad de transformarse en Hulk, un monstruo de una fuerza descomunal e imparable, en cierto sentido, es como si Hulk fuera toda esa rabia y odio que Banner llevaba dentro desde su infancia, Hulk podría ser su otro yo de forma bastante literal.
Cada vez que Banner se estresa, se convierte en Hulk, es decir, una especie de arma de destrucción masiva. Banner no puede controlar lo que Hulk hace o deja de hacer, y este, sin control, destruye todo lo que encuentra a su paso. Banner se pasa buena parte de su vida intentando por todos los medios encontrar la manera de curarse, es decir, quiere dejar de convertirse en Hulk cada vez que se encuentra en una situación de estrés. En cierto sentido, es como si el poder convertirse en Hulk fuera una enfermedad de difícil cura.
De todas las historias de Hulk, la que quizá mejor recoja la tragedia del personaje es la historia autoconclusiva Banner(1), de Brian Azzarello y Richard Corben. En ella vemos el tremendo sufrimiento de Banner, al descubrir, cada vez que recobra la consciencia tras una transformación, la destrucción y muerte que ha generado a su paso. Banner intenta por todos los medios apartarse de la gente, intentar vivir solo y aislado, no quiere convertirse en Hulk, no quiere sembrar más muerte y destrucción. Pero el ejército no se lo va a poner fácil. Para el gerenal Ross, Banner es un arma de incalculable poder, así que no duda en intentar capturarlo para usarlo como arma de destrucción masiva. En concreto, en este arco argumental, descubrimos como el ejército arroja a Banner desde un avión para que destruya una ciudad. A partir de ahora Banner no solo intenta alejarse de aquellos a los que puede hacer daño, sino que además tiene que esconderse de aquellos que quieren usarle como arma.

El sufrimiento de Banner es indescriptible, no puede soportar saber que de una manera u otra es responsable de tanta muerte y destrucción, en un acto de desesperación y convencido de que no quiere seguir viviendo así, decide alejarse de todo y suicidarse. Para ello se sube a la cumbre de una montaña, se introduce una pistola en la boca y aprieta el gatillo. Pero la idea no funciona, el disparo consigue que se transforme de nuevo en Hulk, el cual escupe la bala como si tal cosa y se desencadena otro episodio de violencia sin control.
Al final de la historia, el ejército, con ayuda de Samson, consigue capturar a Banner y mantenerlo aislado encerrado en un cubo de metacrilato donde se le suministra constantemente un gas que impide que Banner se estrese. Entonces se acontece una conversación entre Samson y Bruce, donde en última instancia, Bruce le pide a Samson que le ayude a morir, lo que Bruce le está pidiendo, en realidad a Samson, es la eutanasia activa voluntaria.
La historia de Banner nos pone sobre la mesa un tema delicado a la par que importante, la eutanasia. La eutanasia, en última instancia, es una cuestión ética, pero antes de adentrarnos en esas aguas debemos exponer los tipos de eutanasia que existen. Para ello voy a recurrir al ejemplo que usa Ferrater Mora, dicho ejemplo es todo un clásico en los debates sobre la eutanasia2:
Consideremos el caso, que he visto descrito en varios autores, de un soldado malherido y presa de grandes sufrimientos que sus compañeros se ven obligados a abandonar, por absoluta falta de transporte, en un campo de batalla, al que pronto va a llegar un enemigo implacable que no tiene escrúpulos en torturar a los vencidos. Las alternativas que se le ofrecen al soldado son una muerte cierta al final del sufrimiento o, si está aún vivo al llegar el enemigo, una sesión de tortura suplementaria. Evidentemente, administrarle al soldado una pócima para que viva unas horas más es hacerle un flaco favor. Parece que lo mejor es pegarle el tiro de gracia o, si es posible, administrarle algún calmante que le haga más soportable la existencia pero que no se la prolongue más allá de la llegada de las presuntas crueles tropas enemigas. En otras palabras, es justificable practicar alguna forma de eutanasia. Pero si el soldado de referencia se niega terminantemente a ello, si prefiere que se le deje abandonado e inclusive que se le prolongue la vida unas horas al punto que va a sufrir la tortura que presumiblemente van a infligirle los soldados del ejército enemigo apenas ocupen lugar, entonces habrá que respetar su decisión, aun si se la estima disparatada o delirante.
En esta situación se nos presentan varias posibilidades, si el soldado nos pide que pongamos fin a sus sufrimientos y nosotros accedemos, entonces estaremos realizando una eutanasia activa voluntaria, en cambio, si el soldado nos pide que le dejemos en paz, que no quiere acortar su vida a pesar de todo el sufrimiento presente y futuro que va a experimentar, entonces, nosotros deberíamos acatar lo que nos pide aunque nos parezca alocado, en el supuesto de no hacerle caso estaríamos realizando una eutanasia activa involuntaria.

El derecho a la eutanasia surge de la moral, surge del hecho de respetar la autonomía, libertad y voluntad del desvalido o débil, aceptar su voluntad, sea esta una u otra, es la postura ética acertada(estamos hablando del caso de la eutanasia no en general), actuar de otro modo es no respetar a la persona que nos hace la petición. Por lo tanto, la eutanasia activa voluntaria es una opción ética que surge del respeto a la persona. En el caso de la involuntaria no es ética porque precisamente estaríamos no reconociendo la libertad, la autonomía y voluntad de dicha persona.
Si nos fijamos, además de los adjetivos "voluntaria e involuntaria" hemos colocado otro adjetivo más, que es el de "activa", esto es así porque en principio se puede distinguir entre la eutanasia activa y la pasiva. La pasiva consistiría en no aportar los auxilios necesarios, como por ejemplo, no suministrar el oxígeno necesario, una transfusión de sangre etc. Por otro lado la eutanasia activa consistiría en suministrarle algo al enfermo que ponga fin a su vida. En principio estas dos formas de eutanasia parecen distintas, pero si nos paramos a pensar un poco, veremos que en realidad no lo son, dejemos que sea el filósofo A.C. Grayling3 el que lo explique:
A pesar de las apariencias, no hay diferencia moral entre estas supuestas dos clases distintas de eutanasia. No hacer algo deliberadamente es un acto, exactamente igual que lo es hacer algo[...]Elegir no hacer algo, negar un bien a propósito para desencadenar un final previsto, es tan culpable(o a veces tan encomiable) como actuar directamente para desencadenar ese final previsto[...]De ello se deriva que la eutanasia pasiva y la eutanasia activa son una misma cosa en cuanto que constituyen opciones deliberadas cuyo resultado es el mismo.
Para acercarnos al estatus ético de la eutanasia lo mejor que podemos hacer es ver algunos de los argumentos más comunes que se esgrimen en su contra, examinando dichas críticas y viendo si están bien fundamentadas o no, podemos hacernos una idea de si la eutanasia es aceptable o no. Estas críticas suelen estar dirigidas hacia la eutanasia activa voluntaria(la pasiva suele aceptarse sin muchos inconvenietes). Veamos las dos más comunes:
a) La crítica más común es quizás el argumento de la pendiente resbaladiza. En realidad la pendiente resbaladiza es una falacia lógica. El argumento es más o menos como sigue, si permitimos o legalizamos la eutanasia activa voluntaria entonces acabaremos realizando eutanasia involuntaria, o incluso matando gente bajo cualquier pretexto. De hecho, este argumento se suele adornar haciendo alusiones al régimen nazi de Hitler.
Lo primero que cabe decir es que no hay ninguna base lógica para concluir que por el mero hecho de permitir la eutanasia activa voluntaria se vaya a permitir o legalizar la eutanasia activa involuntaria, ¿qué razón habría para ello? ¿Dónde está la justificación para pensar que eso será así sí o sí? Quien así argumenta no parece haber entendido de donde surge la base ética de la eutanasia voluntaria. Esta surge del respeto y consideración hacia la autonomía y libertad de la persona, es decir, si lo que se valora es la autonomía, la libertad y la voluntad de la persona para decidir cuando morir ¿cómo va a ser posible que de pronto se opte por precisamente lo contrario, esto es, no respetar la autonomía, voluntad y libertad de la persona? El filósofo Jesús Mosterín4 lo expresa de forma más contundente:
La asistencia al suicidio o eutanasia activa voluntaria es difamada como asesinato por la jerarquía eclesiástica católica y otros grupos religiosos fundamentalistas. Confundir la eutanasia con el homicidio es como confundir el amor con la violación, el regalo con el robo, o lo voluntario con lo forzado. Así como la violación es un delito contra la libertad sexual, pues el violado no quiere copular, mientras que el sexo consentido no tiene nada de malo, así también el homicidio es un delito contra la libertad vital, pues el asesinado no quiere morir, mientras la asistencia consentida a la muerte no tiene nada de malo.

Dado que hay países en los que se ha legalizado la eutanasia activa voluntaria, el dirimir si se produce la "pendiente resbaladiza", es decir, que una vez aceptada una eutanasia se abre la puerta para que se realicen eutanasias involintarias es, pues, una cuestión empírica. Si damos un vistazo a los distintos estudios que se han realizado(5),(6),(7),(8),(9) podemos observar que todos ellos concluyen que el efecto de pendiente resbaladiza no se está produciendo. Por lo tanto, el argumento no tiene ni base lógica, ni empírica, es más, los datos muestran que es completamente erroneo.
b) Otra de las objeciones típicas consiste en afirmar que la persona en cuestión puede no estar en condiciones de decidir si quiere morir o no. Es fácil imaginar situaciones en las que el tremendo dolor, o el tratamiento para mitigar el mismo influyan en el juicio de la persona, y por lo tanto, su decisión no se haya tomado de forma libre y plenamente autónoma. A este argumento se le pueden poner un par de objeciones, por un lado, de ser cierto, el argumento solo sería válido para determinado tipos de enfermos, aquellos cuyo dolor o sufrimiento les impide pensar de forma autónoma y libre, es decir, el argumento no invalidaría la eutanasia activa voluntaria en general sino solo determinados casos. Por otro lado, ese no sería un escollo insalvable ya que las personas pueden dejar por escrito antes de los acontecimientos cual es su voluntad al respecto. Aun así, hay quien argumenta que una persona no puede decidir sobre si es mejor morir que seguir vivo antes de sufrir la enfermedad o dolencia que lo atormenta. Dicho de otro modo, si estás sufriendo, entonces, no puedes pensar con claridad y por lo tanto tu decisión no es valida. Por otro lado, si lo has decidido antes, entonces, tu decisión tampoco es valida ya que no estabas padeciendo la enfermedad y por lo tanto no puedes saber si querrías morir o vivir, esto parece negar la opción de la eutanasia porque sí. Pero lo cierto es, que no hay razones para pensar que una persona no pueda decidir, a partir de pruebas circunstanciales, que si se da determinada situación prefiere morir a vivir. Por esa regla de tres, nadie podría decidir si quiere recibir o no un disparo, obviamente esto es absurdo, todos sabemos por pruebas circustanciales que recibir un disparo no es nada bueno, todos decidimos en base a esas pruebas que no queremos recibir dicho disparo. Por otra parte, si concluimos que esa persona no está en condiciones de decidir con antelación si querrá morir o vivir, en realidad estamos decidiendo por ella, ya que le obligamos a no poder realizar la eutanasia, pero entonces la cuestión que surge es ¿cómo va a ser posible que nosotros que somos personas distintas sí podamos decidir por él?

Obviamente hay más argumentos, pero ninguno de ellos parece tener éxito. Por cuestión de espacio, no podemos verlos todos, pero como de costumbre podéis encontrar dichos argumentos y sus réplicas en la fuentes abajo reseñadas. Ahora prosigamos con el tema que nos ocupa.

Hasta el momento he dejado de lado una tercera opción de eutanasia, en este caso no sería ni voluntaria ni involuntaria, sería no voluntaria, es decir, no es voluntaria ni involuntaria porque no se puede dar la voluntad del afectado, por las razones que sean la persona no puede manifestar cual es su voluntad. Aquí la situación es ciertamente más compleja y resulta difícil encontrar respuestas definitivas. Para ilustrar este tipo de eutanasia no voluntaria voy a recurrir al caso de Baby Doe, que también es un ejemplo clásico en todos estos debates, el ejemplo, parecerá una situación extrema y ciertamente lo es, pero en este tipo de situaciones es donde mejor podemos poner a prueba nuestros sistemas éticos, a pesar de que sea difícil hallar una respuesta definitiva:

Nueva York, octubre de 1983, en aquel entonces nació una niña que por desgracia acarreaba un conjunto de enfermedades, a cual peor, desde espina bífida hasta hidrocefalia y microcefalia, si la niña no era operada moriría en menos de dos años, pero si se la operaba tan solo conseguiría una probabilidad del 50% de alcanzar los veinte años, pero además se quedaría paralítica y epiléptica a lo cual habría que sumarle enfermedades tales como la meningitis. Los padres decidieron no realizar la operación.

Resulta difícil ponerse en el papel de los padres y tener que tomar tan difícil decisión. Por mi parte, por más vueltas que doy, no encuentro razones para rechazar moralmente la decisión que tomaron dichos padres. Ahora, querido internauta, volvamos al ejemplo del soldado de Ferrater Mora, pero ahora imagina que el soldado es una persona muy querida por ti, de hecho, es la persona que más quieres en el mundo y al mismo tiempo supongamos que a dicho soldado le resulta imposible comunicarte cual es su voluntad, volveríamos a estar ante un caso de eutanasia no voluntaria (que no involuntaria), ¿qué hacer? Cuestión ciertamente difícil, veamos la reflexión que realiza Javier Sádaba2 frente a este último ejemplo:

¿Qué es lo que haría si tiene a su disposición una pócima que evite los sufrimientos innecesarios del ser amado? No se trata de simple compasión. Compasión se tiene también con un perro. Se trata, más bien, de una humanísima relación respecto al sufrimiento de un congénere que, accidentalmente, es un ser querido. El buen lector, además, por mucho que diera vueltas dentro de su código moral, difícilmente encontrará un "no debes". A no ser que recurriera a una instancia superior. Pero en ese caso no estaríamos ante un hecho moral sino dentro de una concepción religiosa del mundo y de su supuesto creador[...]
[...] Y, en un paso más, tendrían que ser quienes se oponen tajantemente a que se intervenga ante la no voluntariedad los que dieran razones suficientes que mostraran la maldad de una acción semejante.[...] Que nos digan, por tanto, basándonos en qué principio inscrito en cualquier parte de este mundo, tenemos que permitir la continuidad de un sufrimiento atroz en la antesala de la muerte. No creemos que exista tal principio. Y debemos suponer que quien tan fiel es a los principios no desoirá tampoco los ecos del corazón.

La trágica historia de Banner nos ha traído un tema delicado y difícil, y que muchas veces, como ya se ha señalado, se tergiversa. Los que como Banner estamos a favor de la eutanasia no queremos que se extermine a los ancianos, o que se aniquile a los débiles, no, eso no es cierto, lo que buscamos es que se acepte que una muerte digna forma parte de una vida que merece la pena vivirse, esto es, de una vida digna y deberían ser las propias personas las que voluntariamente pudieran elegir cuando su dignidad ha alcanzado el límite. Además, a fin de cuentas, si nadie nos pidió permiso para vivir, ¿por qué tendríamos que pedírselo a nadie para morir?
Para pensar más:
-(1) El increíble Hulk. Banner. PaniniComics
-(2) Sádaba, Javier. La vida en nuestras manos. Año 200. Ediciones B S.A. Madrid.

6 comentarios:

  1. Cada vez que sale el tema de la eutanasia me recuerda al del suicidio. No sé si hoy en día el intento de suicidio sigue estando penado por la ley, pero en parte me parece que es un caso similar al de la eutanasia.
    El que elige suicidarse o someterse a una eutanasia está decidiendo sobre su propia vida y, a mi juicio, nadie más debería tener decisión en ese tema aparte de la persona en cuestión.

    Un argumento muy esgrimido es que el derecho a la vida es inviolable incluso tratandose de la de uno mismo. Se plantea pues, ¿qué es más importante, la libertad de elección o el derecho a la vida?

    Como siempre, la entrada genial y por mucho tiempo que lleve este blog la idea de usar a los superheroes me sigue encantando cada vez que leo una entrada tuya.
    Un saludo.

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    1. En realidad a la eutanasia también se la conoce como suicidio asistido. La verdad, desconozco si el intento de suicidio sigue estando penado.

      Interesante la pregunta que planteas, habrá que darle vueltas.

      Gracias por los piropos al blog :)

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  2. Muy interesante el tema que tocas y me viene muy a modo en el sentido de que acaba de fallecer un familiar al que no se le puso sonda para alimentar, después de un derrame cerebral, falleció en una semana, a mi me pareció una decisión valiente e inteligente, pero difícil de tomar, más aun cuando muchos se inclinaban por que sí se le pusiera.

    Un abrazo

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    1. Hola Sergio lamento lo del familiar. Sin duda tienes razón la decisión es difícil y valiente.

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  3. Hola,

    Interesante reflexión, aunque no esté de acuerdo, siempre está bien que se nos haga reflexionar sobre estos temas tan duros y delicados.

    Se me han adelantado sacando a colación si el suicidio es o no es delito. Yo tampoco lo sé, pero sí que me suena que hay una especie de consenso en los medios de comunicación para no sacar este tipo de "noticias" porque generan más casos (a veces me he preguntado porque no se hace extensivo a otros campos que parece que se reproduzcan). Esto es principalmente lo que me hace dudar de que no haya efecto cascada, aunque paso a leer las referencias.

    Y aunque ha tratado los casos en que un enfermo "no puede decidir", me gustaría remarcarlo por experiencia personal. Pido disculpas adelantadas, por si me estoy yendo off-topic. Cualquier ser vivo tiene un instinto de conservación muy fuerte (que se puede manifestar en miedo a la muerte y muchas más cosas), para ir en contra de él se necesita o bien mucha voluntad o bien no estar en pleno uso de las facultades mentales. Una vez más, me estoy refiriendo al suicidio. Una amplia proporción de los intentos de suicidio vienen de aquellas personas depresivas, porque de hecho uno de los síntomas de la depresión son ideas de muerte que pueden evolucionar a intentos autolíticos. Cuando se producen estos intentos, el médico especialista está autorizado a ingresar en contra de la voluntad de su paciente, y este no podrá hacer nada salvo por la vía judicial y demostrando al juez que se encuentra en sus plenas facultades y no va a atentar contra su vida (su palabra contra la del médico). Yo he estado en esa situación, y al cabo de los años, no puedo sino agradecer al personal médico que impidió que llevara a cabo mi decisión.

    El organismo humano a veces se protege de la enfermedad del cuerpo o del deterioro por la edad con una depresión. No es infrecuente que enfermos terminales o personas con estadios iniciales de Alzheimer tengan una depresión. Simplemente, me parece difícil evaluar cada caso, porque la vida real no me parece tan clara como la de Banner.

    Un saludo

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  4. Lo referente al suicidio está regulado en el art. 143 CP (Código Penal) y no, no es delito el suicidio. En parte, por pura lógica: si te sale bien, no hay a quien condenar, y si te sale mal, ¿qué hacen? ¿pena de muerte? Perdonad el humor negro en un tema tan serio.
    Ese mismo artículo del CP lo que prohíbe es 1. la inducción al suicidio, 2. la cooperación en el suicidio de otro, 3. la ejecución de ese suicidio de otro, 4. y la eutanasia voluntaria. Los puntos 1, 2 y 3 son comprensibles para evitar que los homicidios se puedan hacer pasar por ayuda al suicidio (el homicida diría a la policía: "Es que se quería suicidar y yo solamente le ayudé") pero el 4 no tiene justificación. Literalmente condena a: "El que causare o cooperare activamente con actos necesarios y directos a la muerte de otro, por la petición expresa, seria e inequívoca de éste, en el caso de que la víctima sufriera una enfermedad grave que conduciría necesariamente a su muerte, o que produjera graves padecimientos permanentes y difíciles de soportar". Si la petición es expresa, seria e inequívoca, no entiendo por qué se prohíbe este tipo de eutanasia. Precisamente para evitar el problema de homicidios camuflados, de quien pide la eutanasia por depresión en ese momento difícil, y los problemas de la eutanasia no-voluntaria, se ha inventado el Testamento Vital que se redacta de forma expresa, seria e inequívoca y cuando uno está sano y feliz, antes de encontrarse en una difícil situación que podría llevar a pensar que esa decisión es fruto de la depresión. Pero si incluso esto se prohíbe... (el testamento vital todavía no es legal, es decir, aunque lo escribas y firmes, llegado el caso, no surte efectos, es decir, no te practican la eutanasia que tú solicitas en él).

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